EL LENGUAJE COMO VISION DEL MUNDO
En esta entrada, seguiremos intentado desentrañar, las complejidades que encierra el leguaje de los nativos hopi.
Para ello nos remitiremos a lo postulado por el lingüista estadounidense Benjamín Lee Whorf, quién sostenía que «Las personas que utilizan acusadamente gramáticas diferentes se ven dirigidas por sus respectivas gramáticas hacia tipos diferentes de observación y hacia evaluaciones diferentes de actos de observación, externamente similares; por lo tanto, no son equivalentes como observadores, sino que tienen que llegar a algunos puntos de vista diferentes sobre el mundo» (Whorf, Benjamín La lingüística como una ciencia exacta y, Lenguaje, pensamiento y realidad)
Es decir, según el lingüista Whorf, la forma en que se compone la gramática del leguaje de un determinado pueblo, determinará la visión que este tenga sobre el mundo.
Después de un largo y cuidadoso análisis, Whorf llega a la conclusión de que nos encontramos con que la lengua hopi no contiene palabras, formas gramaticales, construcciones o expresiones para referirse directamente a lo que nosotros llamamos «tiempo», a conceptos tales como pasado, presente y futuro, duración, movimiento entendido como cinemática antes que como dinámica, o sea como un continuo traslado en el espacio y en el tiempo antes que como una exhibición de esfuerzo dinámico en un cierto proceso, ni siquiera para referirse al espacio en el sentido de excluir de él a ese elemento de extensión o existencia que llamamos «tiempo», de forma que por implicación pudiera quedar un residuo al que referirnos considerándolo como «tiempo». Así, pues, la lengua hopi no contiene referencia alguna al «tiempo», ni explícita ni implícita.
Al mismo tiempo, la lengua hopi es capaz de explicar y describir correctamente, en un sentido pragmático u operacional, todo fenómeno observable del universo.
En este punto de vista hopi desaparece el tiempo y queda alterado el espacio, de forma que ya no es el espacio homogéneo e instantáneamente independiente del tiempo perteneciente a nuestra supuesta intuición o a la clásica mecánica newtoniana.
También aparecen en imagen nuevos conceptos y abstracciones al intentar describir el universo sin referirnos a esa clase de espacio o tiempo-abstracciones para las que nos faltan expresiones en nuestra lengua. Indudablemente, estas abstracciones nos parecerán de carácter psicológico o incluso místico, conforme nos aproximemos a lo que intentamos reconstruir para nosotros mismos con objeto de comprender la metafísica hopi.
Se trata de ideas que estamos acostumbrados a considerar como parte o bien de las creencias llamadas animistas o vitalistas, o bien de esas unificaciones trascendentales de experiencia e intuiciones de cosas no vistas que son sentidas por la conciencia de lo místico o que se dan en la mística y (o) en el llamado sistema de pensamiento oculto.
En la lengua hopi, estas abstracciones son dadas definitivamente, ya sea explícitamente en palabras —términos psicológicos o metafísicos—, o bien se hallan implícitas en la misma estructura y gramática de esta lengua, al igual que se pueden observar en la cultura y el comportamiento hopi.
Si mísitico es quizás un término abusivo a los ojos de la moderna ciencia occidental, se tiene que decir que estas abstracciones y postulados fundamentales de la metafísica hopi están justificados pragmática y experimentalmente desde un punto de vista ajeno al hopi y mucho más desde el propio punto de vista hopi, en comparación con el transcurso del tiempo y el espacio estático de nuestra propia metafísica, que en el fondo es igualmente mística. Los postulados hopis explican igualmente todos los fenómenos y sus interrelaciones y se prestan mucho mejor a la integración de la cultura hopi en todas sus fases. (Lenguaje, pensamiento y realidad, Benjamín Lee Whorf)
Si tuviéramos que aproximar más nuestra terminología metafísica a los términos hopis, hablaríamos probablemente del reino subjetivo como del reino de la esperanza. Toda lengua contiene términos que han llegado a conseguir una extensión cósmica de referencia, que cristalizan en sí mismos los postulados básicos de una filosofía no formulada, en la que se recuerda el pensamiento de un grupo determinado de gente, una cultura, una civilización e incluso una era. Tal ocurre, por ejemplo, con palabras como «realidad, sustancias, materia, causa» y, como ya hemos visto, «espacio, tiempo, pasado, presente, futuro».
Uno de los términos de esta clase más traducidos en la lengua hopi es la palabra «esperanza» —tunátya— «está en la acción de esperar, espera, es esperado, piensa o es pensado con esperanza», etc. La mayor parte de las palabras metafísicas del hopi son verbos, y no nombres, como ocurre en las lenguas europeas. El verbo tunátya contiene en su idea de esperanza algo de nuestras palabras «pensamiento», «deseo», y «causa», palabras que a veces se tienen que utilizar para encontrar una traducción correcta. La palabra es realmente un término que cristaliza la filosofía hopi del universo en relación con su gran dualismo de objetivo y subjetivo; es el término hopi para subjetivo. Se refiere al estado de lo subjetivo, no manifestado, aspecto vital y causal del cosmos, así como a la fermentadora actividad que tiende hacia la fruición y la manifestación, con lo que expresa una acción de esperanza, es decir la actividad mental-causal que siempre presiona hacia lo manifestado.
Como sabe toda persona que conoce la sociedad hopi, el hopi ve esta actividad germinadora en el crecimiento de las plantas, la formación de las nubes y su condensación en lluvia, la cuidadosa planificación de las actividades comunitarias en materia de agricultura y arquitectura, así como en todas las esperanzas humanas, deseos, esfuerzos por algo y pensamientos, y la ve especialmente concentrada en la oración, en la constante oración esperanzadora de la comunidad hopi, asistida por sus ceremonias comunitarias y su secreto, rituales esotéricos en las misteriosas kivas, oración que dirige la presión del pensamiento colectivo hopi y quiere pasar de lo subjetivo a lo objetivo.
La forma inceptiva de tunátya, que es tunátya, no significa «comienza a esperar», sino más bien «se hace verdad lo que se había esperado». El por qué tiene que poseer este significado lógico se comprenderá claramente por lo que ya se ha dicho. El inceptivo indica la primera aparición de lo objetivo, pero el significado básico de tunátya es actividad subjetiva o fuerza; entonces, el inceptivo es el término de tal actividad. Se puede decir entonces que el se hace verdad» es el término hopi para indicar lo objetivo, en contraste con lo subjetivo y que, por lo tanto, los dos términos no son más que dos diferentes matices de inflexión de la misma raíz verbal, al igual que las dos formas cósmicas no son más que dos aspectos de una misma realidad. (íbidem op. cit)
interesante y muy complejo
Sería bonito vivir en un eterno presente.
Saludos.