MITOLOGIA HOPI: EL PRIMER MUNDO -TOKPELA-
Según información recolectada por un estudioso de los Hopi, FRANK WATERS en “The book of the Hopi” el Primer Mundo se denominó:
Primero TAIOWA creó a SOTUKNANG, y le dijo “Yo te he creado para que lleves mi plan para la vida en el espacio sin fin. Yo soy tu Padre y tu mi hijo. Ve y crea los universos en el orden acordado para que puedan funcionar armónicamente entre ellos de acuerdo a mi plan.”
Creó entones a Kokyangwuti, la Mujer Araña, que se encargaría de permanecer y ayudar en ese mundo.
Cuando ella despertó y recibió su nombre preguntó “¿por que estoy aquí?”
Una vez que Los Gemelos cumplieron sus respectivas tareas, Poqanghoya fue enviado al polo norte y Palongawhoya al polo sur del eje terrestre donde esta vez se les encomendó la labor de mantener el mundo rotando armónicamente. A Poqanghoya también se le dio el poder de mantener a la tierra en forma estable y a Palongawhoya se le dio el poder de mantener el aire en un suave y ordenado movimiento, y a su vez fue ordenado para enviar su llamado para anunciar el bien o para advertir de los peligros a través de los centros vibratorios de la tierra.
Ellos pronto despertaron y comenzaron a moverse, pero todavía había humedad en sus frentes y puntos blandos en sus cabezas. Este era el tiempo de la luz amarilla, Sikangnuqa, la Segunda Fase de los comienzos de la creación, cuando el soplo de la vida invadió a los hombres.
En poco tiempo el Sol hizo su aparición el en horizonte, secando la humedad de sus frentes y endureciendo esos puntos blandos. Este fue el tiempo de la luz roja, Talwva, la Tercera Fase de los comienzos de la creación, cuando el hombre ya formado en su totalidad pudo orgullosamente mirar a su Creador.
“Este es el Sol” les dijo la Mujer Araña “Se están encontrando con su Padre, el Creador por primera vez. Siempre deberán recordar estas tres fases de la creación. El tiempo de las tres luces: la púrpura oscura, la amarilla y la roja les revela una por una el misterio, el soplo de la vida y la calidez del amor. Todo esto comprende el plan de vida del Creador para ustedes, y como cantó sobre vosotros, en la Canción de la Creación.»
Los primeros habitantes del Primer Mundo no pudieron responderle ya que no sabían hablar. Por ello SOTUKNANG les brindó la posibilidad de expresarse, un diferente lenguaje para cada color, y con respeto hacia esas diferencias. También les dio la sabiduría y el poder para reproducirse y multiplicarse.
Así, las primeras personas tomaron estas directrices, fueron felices y comenzaron a multiplicarse.
LA NATURALEZA DEL HOMBRE
Con esa prístina sabiduría que les fue concedida, el hombre comprendió que la Tierra era una entidad viviente al igual que ellos. Ella era su Madre, ellos estaban hechos de su carne, y se amamantaban de su pecho. Ya que la leche eran las praderas donde el ganado pastaba y el maíz crecía especialmente para mantener alimentada a la humanidad.
Pero además, el maíz era también una entidad viviente, con su sangre, similar a la del ser humano ya que este constituye su carne gracias al alimento que brinda el maíz. Entonces, el maíz también es su Madre, la Madre Maíz al igual que la Madre Tierra
Dentro de su sabiduría también conocieron a sus Padres en dos aspectos. Por un lado el Sol, el dios solar de su universo. Y por otro lado a TAIOWA, el gran Creador que estaba presente en el todo.
Estas entidades eran sus verdaderos padres.
Cuando un niño nacía, su Madre Maíz estaba a su lado, y se mantenía allí durante 20 días, durante este período el recién nacido estaba bajo la protección de sus padres universales. Si el niño nacía por la noche, cuatro líneas se pintaban con maíz en cada una de las cuatro paredes y el techo a la mañana siguiente. Si el niño nacía durante el día, estas mismas líneas se pintarían también a la mañana siguiente.
Estas líneas significan que tanto su casa espiritual como temporal han sido preparadas para él en la tierra.
Cuando comenzaba a clarear en el horizonte, la madre daba un paso adelante, tomaba al niño y lo elevaba hacia el sol y decía “Padre Sol, este es tu hijo” y luego lo repetía mientras pasaba a la Madre Maíz sobre el cuerpo del niño. La abuela también repetía este ritual cuando la madre terminaba.
Ahora el niño pertenecía a su familia y a la Madre Tierra. El pueblo anunciaría el nuevo nacimiento y una fiesta se realizaría en su honor. Durante muchos años el niño sería llamado de diferentes maneras. Aquel que fuera el más predominante se transformaría en su nombre.
Durante siete u ocho años desarrollaría su vida normal sobre la tierra. Se le enseñaría de religión, y comenzaría a aprender que, aunque tenga padres físicos, sus verdaderos padres son los Creadores que lo han puesto en este mundo a través de sus padres físicos. Además de enseñarle que es un miembro de un clan y una familia planetaria, y también de un gran universo.
Así, los Primeros Habitantes comprendieron el misterio de su existencia. En su prístina sabiduría también entendieron su propia estructura y sus funciones y la naturaleza del hombre. El cuerpo viviente del ser y el de la tierra estaban formados de la misma manera.
A través de ellos corría un eje, el eje del hombre era su columna vertebral, que controlaba el equilibro de sus movimientos y funciones. A través de este eje, existían centros donde sonaban los sonidos principales de la vida y también advertían de cualquier cosa que no este funcionando bien.
El primero de estos centros descansaba en el extremo de su cabeza. Aquí, cuando él había nacido, descasaba el punto blando, kopavi, “el portal”, a través de él recibió su vida y se comunicaba con el creador. Con cada respiración este punto se movía arriba y abajo con una suave vibración que era comunicada al Creador
En los tiempos de la luz roja, Talawva, la ultima fase de la Creación, el punto suave se endureció, y las puertas fueron cerradas. Y permanecerían así hasta la muerte.
Justo debajo de este centro descansa el segundo, el órgano que utiliza el hombre para aprender y pensar por si mismo, llamado cerebro. Su función es que el hombre piense sobre sus acciones y trabajo sobre la tierra.
El tercer centro se encuentra en la garganta. Punto de unión entre la nariz y la boca a través de las cuales recibe el respiro de vida.
El cuarto centro se encuentra en el corazón. Es también un órgano vibratorio que va al ritmo de la vida misma. En su corazón el hombre siente lo bueno de la vida, y también su sincero propósito.
Su dirección fue oeste; su color sikyangpu (amarillo) y su mineral sikyasvu (oro).
En este PRIMER MUNDO, la gente vivió con pureza y armonía.
hay similitudes con otros textos religiosos, muy interesante
Esta bien conocer las costumbres de nuestros antepasados, aunque no es fácil llegar a comprenderlas.
Saludos.
es increible que una cultura como los hopi siga latente en este loco mundo
gracias
y el relato los siguientes mundos?